DISCIPLINA CON CARIÑO


El pelo largo, corto, de color o no, no limita los aprendizajes de nuestros alumnos, pero la pregunta es: ¿Lo potencia? ¿Qué tan de provecho es que niños y jóvenes utilicen químicos que son dañinos para su organismo? ¿los menores de edad que deciden pintarse y tatuarse qué tan maduros son para decidir sobre temas en las que se someterán a tratamientos o químicos que pueden ser peligrosos? Actualmente los jóvenes van a la escuela con todo: celulares de última generación, tablets, ropa de marca, productos empaquetados, bebidas azucaradas y gaseosas, sí; pero llegan tarde, no saludan, sin desayunar, sin tareas, con sueño porque se desvelaron en las redes sociales, viendo series o películas; me consta, he recibido mensajes pasada la medianoche y las faltas son frecuentes, eso sí amparados por “la buena educación” o visión de los padres “modernos” que no se dan cuenta que no poner límites es una forma de maltrato a sus hijos que apenas están forjando su personalidad. Creo que es bueno e interesante que tengan el coraje de defender sus ideales, pero de mucho mayor reconocimiento es que defiendan su derecho a construirse como entes que trabajan en su autoperfeccionamiento personal, social, académico y humano con trabajo, esfuerzo, compromiso y estudio de tal manera que, si lo hacen, se la pensarán dos veces antes de hacerse algo en su rostro, cuerpo y cabello. Por otro lado, los jóvenes y adultos deben ser tratados con dignidad, guiados y protegidos por sus padres, tutores y maestros pues se supone que por ser mayores, por haber vivido más se tiene mayor experiencia y sabiduría, justo como en las culturas orientales en donde se respeta a los adultos mayores por todo lo que pueden aportar a la sociedad; los elefantes cuidan a sus críos organizados por manadas y son las tías como la madre las responsables de vigilar que estén protegidos los más pequeños, si no lo hicieran, se extinguirían. Pero en el ser humano vale la pregunta: ¿En realidad cuidamos a nuestros críos? Daré un punto de vista personal basada en mis años de servicio como profesora, a mí sí me molesta y me da qué pensar cuando van con el cabello y las uñas pintadas cuando sé que antes de preocuparse por esos temas se debe asegurar que nuestros niños se alimenten antes de ser enviados a la escuela, que tengan rutinas y hábitos de limpieza, de tareas, los momentos para dormir y descansar, así como que cuenten con la atención y presencia de los padres en casa. Como maestra he notado que cuando voy con el uniforme, camisa con logo, pantalón de mezclilla, zapato bajito y cabello recogido me permite realizar las tareas con más facilidad como cantar, bailar, correr, jugar, caminar toda la mañana por todo el salón, hacer el aseo e incluso jardinería, realizamos múltiples tareas de tal forma que aunque me guste vestir de ejecutiva, con zapatillas, maquillaje así como llevar el pelo largo y suelto pero, es mucho más práctico vestir cómoda y sencilla sin que esto último signifique que sea bien visto que llegue tarde y con sandalias de “horcapollo” tan sólo por argumentar que es mi derecho, y que vestir así no define mi inteligencia ni mi capacidad; pero estaremos de acuerdo que conforme a los usos y costumbres del entorno no estaría comunicando formalidad a la comunidad escolar. Por lo anterior, la vestimenta y hábitos dependen del lugar, las costumbres, el clima, las tradiciones, la religión, la cultura, las intencionalidades, las creencias, los gustos, etc. etc. Lo más importante en la formación de hábitos es que prevalezca ante todo un valor universal: EL RESPETO. Pasada la adolescencia, cuando los jóvenes comienzan a independizarse, cuando comienzan a ganar su propio dinero, con inteligencia, congruencia, enfoque y responsabilidad podrán decidir cómo vestir, qué comer, dónde trabajar y qué hábitos les conviene seguir. La escuela pública es plural e incluyente, tiene la misión de formar en la diversidad cultural, hacer esta tarea no es fácil en un país tan entramado como el que vivimos, pero como padres, podemos decidir a qué centro educativo es más conveniente llevar a nuestros hijos, recuerda algo; hasta en los juegos existen reglas. Hay que ser respetuosos, empáticos y tolerantes. Seamos ejemplo.

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